Si bien existen diferentes tipos de quistes, algunos de ellos son más frecuentes en niños. En principio no revisten gravedad, no obstante es conveniente diagnosticar y tratar adecuadamente los quistes en niños. En este artículo conversaremos en particular sobre los quistes cutáneos en niños, su origen y tratamiento.
¿Qué es un quiste?
Un quiste es una especie de saco, cerrado y autocontenido. Se caracteriza por poseer una envoltura y una composición bien definidas y distintas al tejido circundante.
El aspecto característico de un quiste es que las células que forman el “envoltorio” son claramente anormales, en aspecto y comportamiento. Un quiste puede estar formado por diferentes tipos de fluidos o por material parcialmente sólido. Por ejemplo: líquidos, sangre, tejidos de diferente tipo, pelo, hueso, un cuerpo extraño, etc. En el caso particular de que la acumulación sea de pus, en lugar de quiste hablamos de absceso.
Algunos quistes en niños se generan a partir de tejidos remanentes del desarrollo embrionario, mientras que en otras oportunidades aparecerán como consecuencia de una obstrucción o infección.
Un quiste puede resolverse por sí solo, pero en algunas ocasiones es necesario extraerlo o removerlo quirúrgicamente.
¿Qué tipos de quistes en niños existen?
Los quistes en niños pueden aparecer en cualquier parte del cuerpo, incluso en órganos internos, o próximos a ellos. Frecuentemente se clasifican y denominan de acuerdo al tipo de tejido o material del que están compuestos. Por ejemplo, un “lipoma” es un acúmulo de tejido graso (del griego lipos = grasa).
Los quistes en niños más comunes muchas veces son apreciables a simple vista, dado que suelen encontrarse en la superficie o justo debajo de la piel.
Lo más probable es que no sean graves, algunos incluso desaparecen sin cirugía. Muchos quistes en niños se diagnostican simplemente por su apariencia, mientras que en otros casos serán necesarios algunos exámenes para llegar a un diagnóstico.
Los quistes en niños más frecuentes son:
Quiste dermoide
Es un saco benigno, es decir, no canceroso, que existe desde el nacimiento pero puede no ser apreciable hasta más adelante en la vida. Suele aparecer en la cara cerca de las cejas, en el cuero cabelludo, en el pecho o sobre la clavícula. Puede contener fluido u otro tipo de tejido corporal. Debe removerse quirúrgicamente, pues no se resuelve por sí solo. También es conocido como “quiste de la cola de la ceja”, si bien no es la única ubicación posible de los quistes dermoides.
Pilomatrixoma
Es un quiste calcificado, por lo tanto endurecido, que puede aparecer en cualquier parte del cuerpo cubierta por pelo o vello. También es benigno, o sea, no canceroso. Aparece como un bulto pequeño y duro debajo de la piel, doloroso sólo cuando se toca y de un color oscuro característico, ligeramente azulado. En este caso es recomendable una extracción quirúrgica precoz.
Lipoma
Es un acúmulo de tejido graso, blando. Crece lentamente, puede estar aislado o en grupos. No son graves y pueden mantenerse bajo observación sin tratamiento activo, salvo que crezca muy rápidamente, sea doloroso o su aspecto incomode al paciente.
Mucocele
Son quistes que se encuentran en la cara interna de la mejilla o en la lengua, y están formados por mucosa y saliva. Son propios de la edad escolar. Generalmente se ven como una especie de “perlita” o pequeña pelotita semitransparente.
Son indoloros y benignos, pero, como todas las lesiones en la boca, son susceptibles a un traumatismo recurrente, que los perpetúa. La recomendación en este caso es observarlos, dar la indicación al paciente de “dejarlo tranquilo” y eventualmente desaparecerá sólo. Si este enfoque no es efectivo, puede recurrirse a la cirugía.
Quiste sebáceo
O quiste epidermoide o “pilar” (dado que provienen de un folículo piloso bloqueado). Crece lentamente y normalmente es indoloro. Si aparece inflamación y dolor, y no desaparece por sí solo, puede ser recomendable extraerlo mediante cirugía.
En resumen
Los quistes en niños no suelen ser graves. En algunos casos, si resultan molestos, dolorosos, se infectan o su apariencia afecta la autoimagen del niño, puede ser aconsejable extraerlos mediante cirugía.
La cirugía es ambulatoria y habitualmente de bajo riesgo, salvo que el niño tenga otras condiciones de salud anexas. Las precauciones e indicaciones son las habituales: hacer ayuno y mantener un período previo a la cirugía sin tomar líquidos.
Los cuidados posteriores a la cirugía son relativamente simples, si bien es importante ser prolijos. Normalmente habrá un vendaje y pequeñas tiras quirúrgicas y el cuidado básico necesario será mantener el área seca. Para el dolor se administrarán analgésicos. La recuperación suele ser rápida, volviendo el niño a su vida normal a los pocos días.
Doctora Dorita Espinosa
Cirugía Infantil
Cirugía plástica y reparadora infantil